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¿Qué pasa con el pequeño Ignacio?

Foto del escritor: MarcelaMarcela

A veces llegan los peques al nido con cambios importantes en la conducta y en sus emociones. Así, como de la nada, no quieren venir o irse del nido, llantos, irritabilidad y una búsqueda de atención expresada de muchas formas.


Todos estos signos nos hablan de que ‘algo está pasando’. Descubrir qué hay detrás a veces nos toma varios días pues, al ser niños tan pequeños, la mayoría de las veces aún no toman consciencia y mucho menos pueden comunicar verbalmente qué les está pasando. Entonces comienza nuestra investigación: llenamos de preguntas a sus padres, preguntas que nos van dando las piezas para poder “entender a Ignacio” y ayudarlo.


Iniciamos siempre desde lo más fisiológico hasta lo más sutil:

¿Durmió bien?, ¿Está tomando medicinas?, ¿Le están saliendo los dientes?, ¿Cómo está comiendo?. ¿Lo han destetado?, ¿Estuvo enfermo?, ¿Se mudaron?, ¿Lo cambiaron de cuarto?, ¿Llegó o se fue alguien de la familia?, ¿Se fue la nana?, ¿Cambios en el trabajo de los padres?, ¿Viajó alguno de ellos?, ¿Se murió la mascota?, ¿Llegó un hermanito?, ¿Le quitaron el pañal o el biberón?, ¿Cambios en su rutina diaria?.Estas son algunas de las cosas más evidentes y comunes que afectan a los niños en sus emociones y comportamiento. 

Otros eventos mayores, que tal vez no tienen que ver con los niños pero sí con el ambiente emocional en que viven, los afectan directamente. Generalmente vienen en canal directo por los padres y su propias vivencias: perdidas de trabajo, ansiedad, depresión, tensión en la pareja, discusiones y/o separaciones, son algunos de los eventos que -aunque tratemos de mantener a los niños al margen- van a recibir el impacto de una forma más sútil pero no menos importante.


Los niños son personas en crecimiento y como tales necesitamos poder comunicarles, según su edad, este tipo de eventos, tomarlos en cuenta y atravesar junto con ellos las incomodidades emocionales que puedan surgir. Es mejor acoger las reacciones debidas al saber tal o cual suceso a mantenerlos en la nebulosa tratando de descifrar su realidad.


Es mejor comunicar todo aquello que pueda estar pasando y cambiando las rutinas de los peques, tanto a la escuela como a las personas que lo cuidan; solo así podemos entender y estar listos para acoger y actuar.

Nada más confuso para un niño vivir situaciones emocionales intensas y que no sean nombradas. Es un camino difícil pero necesario para el bienestar de los peques.

Marcela Silva



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