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PEQUEÑAS Y GRANDES PÉRDIDAS

Foto del escritor: MarcelaMarcela

Actualizado: 21 oct 2024

Tal cual es la vida, los niños crecen y van experimentando pérdidas que movilizan sus emociones y traen muchas preguntas intentando entender el mundo que les rodea. Pierden un juguete, una mascota, un ser querido.  A los adultos cuidadores nos toca acoger, explicar y sostener estos sucesos que, además de dolorosos, nos ponen en aprietos con preguntas que no siempre son fáciles de responder: ¿A dónde se va cuando alguien muere?, ¿Volverá?, ¿No lo veré nunca más?, ¿Estará bien? .


Es importante poder ubicarnos en el contexto de la  edad y valorar la exacta curiosidad de los niños, antes de responder. A veces la angustia surge en los padres al adelantarse mucho a la situación y obviamente no querer  abrumar a los niños con   las realidades duras  de la vida.  Por eso cuando un niño sufre una pérdida (de las más pequeñas, tipo una mascota), es una oportunidad para ir dando información de a poquitos y resolviendo sus preguntas.


Cuando se ignora, se oculta o se inventan historias tratando de evitar la pena en los niños, le quitamos esa experiencia previa  que los  prepara  para las pérdidas mayores. Es mejor permitir y sostener pequeñas dosis de éstas emociones “incómodas” sabiendo que cuando crezcan estarán mejor preparados para pérdidas mayores. 

Hablar sobre la muerte, para los niños, suele ser más natural que para los adultos pero, es importante tomar siempre en cuenta algunos aspectos para ir acompañando paso a paso la comprensión de este tema.

  • Primero cuál es la idea o creencias que se manejan como familia sobre este tema.

  • Luego, explicar en base a esto, la pérdida sufrida.

  • Acoger las emociones que surjan, permitiendo que el niño exprese (hasta agotarse) la confusión, pena o incluso cólera.

  • Responder a las preguntas que hace el niño sin adelantarse a lo que no pregunta, así le damos tiempo para ir procesando poco a poco la información. Es muy probable que luego después de un tiempo  surjan nuevas y más preguntas y asi tenemos también más tiempo para elegir qué información le daremos.


Es importante observar mucho las respuestas y reacciones de cada niño pues, la mayoría se lo toma muy natural, pero otros niños y, dependiendo de la edad, pueden sobrepensar y angustiarse ante estas situaciones y allí habrá que ir con más cuidado. 


Finalmente, recordar que ante una pérdida, toda la familia sufre un duelo, que toma su tiempo para ir resolviéndose de una manera positiva. Hablar con nuestros hijos, sin sobrecargarlos, sobre nuestras emociones, les da “permiso” para también transitar las de ellos sin angustia y sin temor. No olvidemos que los niños pequeños aprenden de sus padres la expresión y gestión de las emociones, entonces ¿Por qué no compartir estos momentos con ellos?.  


Marcela Silva

Coordinadora.




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